Una vista celestial de Madrid
Muchas veces he paseado el centro de Madrid. Otras tantas me he preguntado: ¿cómo se verán estas calles y estos edificios notables desde arriba? Para solventar semejante duda, sólo hace falta subir a la cima de alguno de los edificios más enhiestos del centro y comprobarlo. Pero ya puestos a soñar, te preguntarás entonces: ¿cómo será vivir ahí y gozar constantemente de esas vistas? El alma humana aspira a eterno, y una vez logrado podría plantear: ¿y si además esa vivienda fuera realmente espectacular y diera tanto recreo mirar casa afuera como casa adentro?
Una buena terraza te permite disfrutar del exterior. Una excelente proporciona unas vistas de ensueño. Y una celestial te da todo junto: unas vistas majestuosas con muchísimo espacio al aire libre disponible para celebrar junto con tus invitados. 180 metros de terraza, siendo perimétrica casi 360 grados en la parte más noble de Madrid, junto al Paseo de la Castellana y Plaza Castilla. Desde esa terraza se puede visualizar cualquier parte icónica de la capital de España
A veces, los astros se alinean. Esto ha sucedido en Madrid. Un piso con un potencial fuera de lo normal, cae en manos de un profesional —el arquitecto Manuel Baeza— que no se niega el derecho a soñar, para que, con él, sueñen también sus clientes. Retoma el aire, entiendo que esa terraza te ha dejado sin aliento. Hay más. Fotografías que cuentan mucho te esperan. Te invito a pasar dentro:
Me cuentan desde el estudio:
Los detalles son de primera calidad. Es muy difícil estar a la altura de un ático de ese nivel. Sólo montando lo mejor y lo más elegante en cada segmento de decisión, se puede acompasar un trabajo de interiorismo y reformas a una arquitectura de partida tan soberbia. El estudio de Manuel Baeza ha logrado lo que parecía imposible: el interior no desmerece al exterior.
Los propietarios estarán encantados. El arquitecto los ha invitado a citarse con la vida, a disfrutar Madrid como tal vez ni sus más ilustres hijos, —con cierta propensión hortera a aislarse en urbanizaciones ultramontanas—, lo hagan. Una vivienda que rezuma lirismo, buen gusto y apetito urbano. Una vivienda que te reconcilia con la ciudad, alejándote de su ruido y prisa y dejándote sólo su belleza y pausa.
Una maravilla que no está al alcance de cualquier mortal y desde luego, en equilibrio, un trabajo resultante que no está al alcance de cualquier arquitecto.